jueves, 5 de enero de 2017

10 años y divorciada

Con este título se podría pensar que es una comedia romántica americana, tal vez de esas que tanto les gustan, de intercambio de cuerpos. Pero no, ¡es literal!

La peli va sobre una niña yemení de 10 años a la que casan a la fuerza con un un tío de 40. Anteriormente la familia de la niña sufre una gran deshonra en el pueblo donde viven: Una de las hijas es violada por un gañán del lugar, lo cual en sí no es demasiado problema ya que la cosa se soluciona con un par de toros regalados por el padre del violador al padre de la violada y con casarlos, pero claro al no ser virgen supone una gran vergüenza familiar y se ven obligados a emigrar a la ciudad. Invadidos por la pobreza, al padre le parece una buena idea vender a su hija pequeña. Una vez casada con su comprador la llevan a la tribu donde debería vivir el resto de su vida. Violada cada noche por su marido y maltratada y esclavizada también por su suegra, mantiene una actitud hostil y rebelde con todo, lo que hace que vuelvan a la ciudad para que el padre le lea la cartilla a la niña. En un descuido se escapa de casa en busca de unos juzgados. No se sabe muy bien cómo, consigue colarse en una de las salas para pedir el divorcio al primer juez con el que se encuentra.

Terrible relato el que nos cuentan en 10 años y divorciada de Khadija Al-Salami, acercándonos a una realidad que no siempre deseamos ver, la del pisoteo sistemático de los derechos de las niñas en no pocos países de nuestro planeta.

Sin escamotearnos ni una linea de información y de manera valiente nos enseña lo medieval y absolutamente retrogrado de algunas costumbres tribales de la mayoría de los países de la península arábiga.
La película no escatima en improperios a la mujer soltados por los hombres protagonistas, pero tampoco oculta que un gran número de mujeres de esos países están en la misma linea de pensamiento que los hombres, por desgracia. Al menos en los entornos más rurales y desfavorecidos.

Lo curioso es que los hombres se amparan continuamente en la Sharía, la ley musulmana, para cometer sus actos, sin embargo el propio juez, que la ha estudiado de verdad, les  hacer ver que en demasiadas ocasiones se la inventan.

Hay mucha tela que cortar a nivel moral e ideológico, pero centrándonos en lo puramente cinematográfico la película está muy bien contada, con buen ritmo, buscando el interés narrativo con saltos de tiempo realizados con bastante habilidad y con una preciosa fotografía, un pelín del gusto del  Sundance Institute, que nos muestra en toda su plenitud los sorprendentes paisajes y ciudades de Yemen.


Calificación final: Una película necesaria.


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