lunes, 10 de abril de 2017

Musical caníbal

Vaqueros, canciones, aventura y canibalismo es el cóctel imposible que nos ofreció Trey Parker (el creador de South Park) en 1993 y que a buen seguro debió dejar a más de uno con acidez de estómago. Cuando oigo decir de una película que es "de culto" me suelo excitar y acojonar a partes iguales. Son como los pimientos de padrón, que unhas son boas e outras merda son. Veamos si hay suertecilla esta vez.

Unos buscadores de oro un tanto sensibles y algo mormones deciden cambiar de aires e ir a buscar fortuna a Breckenridge, Colorado donde se dice que hay un yacimiento que lo está petando. Para ello convencen a Alferd Packard (no, no es una errata) para que les guíe hasta allí, ya que se supone que conoce la zona fenomenal. Desgraciadamente no la conoce todo lo bien que debería y encima pierde a su yegua, de la que está enamorado, por lo que entre sin querer y queriendo el grupo termina desviándose un poquitín del camino para acabar en las Montañas Rocosas, donde además de cantar una chispeante canción sobre hacer muñecos de nieve pasarán hambre....Mucha hambre.

Siempre hay que dar un mínimo de crédito a cualquier cosa que hagan creadores tan brillantes como Trey Parker. Bien es cierto que cuando hizo Musical Caníbal aun no había hecho casi nada, pero ya se aprecia en ella su estilo ácido y mordaz de hacer humor, su refrescante irreverencia y su talento musical, que florecerían un tiempo después en la mejor serie animada de todos los tiempos.

La peli se supone que es una filmación rescatada de los años 50 y restaurada a todo color. Bueno, igual decir a todo color es exagerar. Visualmente fea, barata y hasta un tanto desenfocada, da la sensación de ser algo que podríamos haber hecho cualquiera con un puñado de amigos y 10 pesetas. Ni siquiera se esmeran un poco con el vestuario del oeste. ¡Que he visto un par de personajes con playeras!. La música parece tocada por la orquesta Sound blaster, es decir la que teníais todo dentro de vuestro viejo 486 y la fotografía es del tipo "según lleguemos al sitio rodamos, no empecéis con gilipolleces".

Es todo muy cutre la verdad, pero el talento está ahí. Desde luego visualmente es imperfecta y no es todo lo divertida que podría haber sido pero momentos como la discusión musical entre mineros y tramperos no tienen precio. Así que esta vez, sí. Tenemos una película de culto que creo que merece la pena conocer.

Calificación final: SHPADOINKLE!

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