lunes, 19 de junio de 2017

Adivina quién

Que suerte tengo. Hoy me he visto una película de mi género favorito para insultar: la comedia romántica. Sí, amigos y amigas, ese género creado por desalmados que lo único que quieren es sacar la pasta de las mentes simples y a la vez mantenerlas en su Matrix, bien controladitas para que a nadie se le ocurra sacar los pies del tiesto y la gente siga siendo como Dios manda por los siglos de los siglos. Siempre en un eterno 1995.

Pfff que pereza me da contaros de que va la peli esta, pero lo voy a hacer y puede que se me escape un poquitín algún spoiler. Estáis avisados. Un broker o algo así, joven, blanco y guapo (Ashton Kutcher, malísimo por cierto) tiene una novia negra (Zoe Saldaña). Los padres de ella deciden renovar sus votos matrimoniales en su veinticinco aniversario de casados, para lo cual organizan un sarao estilo yanki, ya sabeis, trajecitos, merengue, pétalos de rosa, pérgolas blancas y autoridiculizarse en público mostrando su amor y otras mierdas por el estilo.
El caso es que la chica del blanquito no les ha dicho nada a sus padres de que su novio es un copito de nieve. Así que cuando se presentan allí se medio lía, claro está, sobre todo por el padre que lleva fatal que su hija se zumbe a un pichacorta como ese. Y si no era todo lo suficientemente predecible viendo el título, pasa lo que tiene que pasar. Poco a poco pichacorta se va ganando al suegro, hay un momento de tensión entre ambas parejas y al final se reconcilian y hacen la fiestecita y ya.

ARRRGGGHH, pero ¿por qué?. Que cacho bodrio. Es alucinante como en en este tipo de cine te presentan con total desfachatez y sin complejos comportamientos humanos de corte tradicionalista y más bien ruines como los supuestamente naturales. Por ejemplo:
Justo cuando la parejita están jugueteando en la habitación entra el padre y claro se cree que van a hacer pin-pin, por lo que insta a pichacorta a que se vaya a un hotel hasta el día de la fiesta. Hotel, que por cierto ya tenía contratado desde hace dos semanas. No en mi casa jovencito. Lo malo es que llegan tarde al hotel y no les han guardado la habitación y está todo lleno debido a una convención de no se que cojones, así que no le queda más remedio que alojarlo en la casa. Pero claro, como es natural, ya sabemos que cualquier padre del mundo es protector con sus hijas (con los hijos no que igual les salen maricones), lo manda a dormir al sótano, pero para asegurarse de que no va a hacer nada inapropiado se va a dormir con el en la misma cama y además pone un candado en la puerta por si acaso.

Otra perla: El organizador del evento es un hombre llamado Dante con bastante aspecto de gay prototípico. La mujer insiste en que no es gay, que sólo es metrosexual, pero el macho de la casa no pierde ocasión de menospreciarle en todo momento, como cuando en una conversación con su mujer esta le dice que es muy simpático y el le responde con todo el asco del que es capaz "Sí, ¡tan simpático que se acuesta con otros simpáticos!". Pero lo mejor es que al final de la peli aparece con su mujer y Oh sorpresa, es un pivonazo, porque así queda claro que también es un machote y es todo muy chistoso a la par que educativo. De potar.

Machismo, racismo y homofóbia se suceden sin medida en Adivina quién de Kevin Rodney Sullivan. Hay una escenita  cuando las parejas se pelean en la que la mujer de machoman se va a la casa de la hermana para juntarse con varias amigas a despotricar de los hombres. Asistimos así a un lamentable espectáculo de tópicos, lugares comunes, prejuicios y mujeres abyectas y arpías. Lo malo es que una vez más te lo presentan todo como si eso fuese lo natural, lo normal.

Mientras tanto yerno y suegro se desahogan jugando al fútbol americano con un cojín en el salón de la casa madre, para a continuación dar paso a una escena super hi-la-ran-te y nunca vista. El joven enseña al señor a bailar el tango que va a tener que bailar en la party. Dos hombres bailando juntos. La risión.

Cada broma y cada situación es un zasca a los intentos del ser humano por evolucionar y salir de las cavernas, por ser un poco más inteligentes, cívicos y tolerantes, pero que más da, lo único que importa en esta vida es que tus hijas no follen jamás.

Calificación final: Vómito de celuloide. Sólo apta para pobres de espíritu.

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